Caballero que va errante por los caminos,
rocín agotado, cabeza baja y ritmo cansino.
Ya no busca brujas ni dragones,
tampoco gigantes hechos molinos.
Caballero de armadura dorada, busca a su dama
dama que suspira enamorada...
su eterna marcha y siempre prorrogada llegada...
en un negro torreón encerrada.
Caballero de mirada cansada,
refresca su rostro en un río de agua clara,
en el agua como un espejo ve reflejada,
la torre con la dama atrapada.
Presto el caballero, acude a la llamada
de la dama, que anhela su mirada cansada.
con el ímpetu de un gigante destroza la puerta cerrada,
sube veloz la escalinata... y encuentra a su amada
Acariciando el pelo bruno de ella,
perdido en el brillo de su mirada
digno de las más bellas estrellas,
el caballero despacio, los labios de su dama, besa.
Dulce suspiro de su dama, ya fuera del torreón
transforma su ternura y calidez,
en un arrebato de pasión,
el caballero y la dama, ahora amantes son.
David Torres