Camino de vida, empedrado con adoquines de dolor y decepciones.
Con flores marchitas o aplastadas en sus grietas.
Antiguas ilusiones convertidas en decepciones.
Empedrado mojado por lágrimas con apenas ecos de risas pasadas.
La vista atrás, multitud de huellas de los que se convirtieron en Judas, traidores que dejan en cada adoquin un pedazo de mi alma.
Adoquines de sangre seca y lágrimas amargas de las cicatrices de amor y besos pasados.
Adoquines negros de la gente querida que ya no anda por este camino.
Apenas adoquines abiertos por pocas rosas de los que te quieren y no te abandonan.
Adoquines mohosos del presente de quien solo piensa en su estúpida existencia sin mirar tu camino y te pisotea.
Adoquines blancos por pisar, esperando mi próximo paso, casa vez más duro y pesado.
David Torres
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