vuelve a experimentar el asombroso gozo, la alegría portentosa que invade hasta el último resquicio del ser.
En esa noche mágica, donde eres una niña, te acuestas temprano con el corazón inquieto pensando en lo que al día siguiente te traerán los queridos Reyes, (Mi preferido es Baltasar), creo que en vez de dormir, sueñas con ellos, imaginas su llegada con los camellos, te preguntas y... ¿si los llegara a ver, cuando depositan los regalos?
La emoción te embarga los sentidos, estás en una nube de ilusiones, por fin, el sueño se apodera de tu mente y de tu cuerpo, la noche es la más larga del año.
Al despertar tu corazón late muy, muy deprisa. Tus padres te susurran al oído... Conchita cielo, que ya han llegado los Reyes, y te han traído...
Miras y nada de lo que habías pedido está allí... ¡pero no importaba! la magia envolvía ese momento, en los regalos, en la mirada de mis padres, mi hermano pequeño gritando de alegría, la casa con tanta vida, con tanto amor.
Al paso de los años, los Reyes se convierten en uno de los mejores y más hermosos recuerdos de tu vida, creándote un antídoto o coraza, ante las contrariedades que te suceden, porque la vida es una cruel mentira.
La Fiesta de los Reyes (A los que hay que definir con el calificativo de Magos, porque la suya es la mejor de todas las magias posibles), merece que la cuidemos como si se tratase de un auténtico Tesoro, lleno de ilusión, y que año tras año, la vivamos a fondo, sacando a flote ese oculto retazo de la infancia, que se esconde en lo más profundo de nuestro interior, y cada año creer ser aquel niño que un día fuimos...
Aquario
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