Huiré hacia mi interior, me encerraré, me cobijaré.
Renunciaré a la felicidad, pues la veo más utopía que verdad.
Viajaré muy cerca de todos y a la vez al lugar más lejano, donde todo de igual,
donde los colores son grises, y los sonidos sordos de rabia.
Me mostraré solo a quien yo desee, no a quien me manden por destino.
No daré mi corazón a quien no lo tenga merecido, no para caer en el olvido.
No volveré a tener la miel en mis labios, prefiero el sabor amargo autentico de mis lágrimas, que los falsos dulces llenos de cuchillas.
Me hundiré en mil infiernos y perderé infinitas batallas hasta caer por el abismo.
David Torres
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